miércoles, 4 de marzo de 2009

Vulgaridades, hologramas y denuestos,

II

Salimos y Renata quiso saber qué opinaba del taller, le dije que estaba chido. Fuimos a mi departamento, tuve que convencerla para que subiera lo cual me pareció absurdo y me dio un poco de hueva; pensé que si se ponía así de difícil sólo para entrar en el departamento, sería una pesadilla convencerla para que se metiera en la cama conmigo. No fue así, entramos, escuchamos un poco de música, bebimos algunas cervezas, nos fumamos lo que había quedado de la maría del día anterior y cojimos. Estuvo de lujo.

Hoy desperté con buen ánimo y le llamé a Renata para que cayera a mi morada por la tarde. Estaba entonces dispuesto a sucumbir ante la tina de baño cuando para mi mala fortuna llegó El Zulito, un ruco buen pedo pero bien desfasado que viene de vez en cuando a platicarme sus megaperversiones sexuales y sus pedos con la cocaína, el güey dice que es primo de Javier Ledezma (El “Zully”), exportero de las chivas, por eso el apodo y por chaparro naturalmente. El Zulito es hermafrodita y tiene una esposa que es trasvesti, son empresarios exitosos; se han hecho millonarios tras su incursión en la industria del ciberporno. Son dueños, promotores y productores de una página de internet en la que exhiben todo tipo de parafilias tales como la zoofilia, la necrofilia, el fetichisimo, el voyeurismo, la gerontofilia, la urolagina, la coprofilia, la dentrofilia, el masoquismo sexual y el vampirismo; todas menos la pedofilia, dice el Zulito, quien presume un profundo respeto y amor hacia con los menores. Apenas había pasado media hora cuando el Zulito había consumido más de un gramo y medio de cocaína y me había narrado totalmente su más reciente enredo con un pastor alemán albino recién llegado de la Baja Sajonia. Afortunadamente le habló La Choyis, su mujer, quien lo había estado buscando para rodar el último capítulo de “Lassi, el can infernal y la trituradora de vaginas”, una de las series favoritas de sus cibernautas. Se disculpó y se fue con premura. Yo, naturalmente, me alegré.

Vino Renata, estaba triste, al menos eso noté. No habló mucho, vimos una película y después fuimos a la cama; la noté agresiva, casi furiosa; me gustó. Me quedé dormido y ella se fue a su casa, al menos eso supuse.

Ya es sábado, le hablé a Renata, me contestó tranquila, nos vimos por la tarde. Intentó explicarme su actitud del día anterior, quiso disculparse y yo no le dije nada, estaba enojada por una pendejada, alguna pelea con su hermana, una mamada así. Estaba más rica que de costumbre, fuimos al departamento, después a la cama.

Es domingo, me llamó Renata, no la quise ver, de todas formas vino, platicamos un rato, más bien ella habló y yo pretendí escuchar; nos fuimos a la cama. Después quiso saber cuáles eran mis planes con ella, si la quería, si pretendía algo más; me quedé dormido. Desperté y alcancé a reconocer la silueta de un hombre enorme, sentí un asote descomunal.

Lunes. Desperté desnudo sobre el piso de la sala, con un dolor demoledor en el pecho, la cara y la cabeza, como pude me levanté y con la vista completamente nublada fui hasta el congelador por hielos, entré en la cocina y me di cuenta que no había refrigerador, tampoco mesa ni sillas, salí, caminé absolutamente aturdido y llegué de nuevo a la sala, miré ya con un poco de más nitidez y me di cuenta que estaba vacía, se habían llevado todo. Después fui a mi cuarto, en el camino sentí un agudísimo dolor en el tobillo, volteé a mirarlo, estaba completamente hinchado, a punto de reventar, sedí ante el dolor y me tiré al piso, retomé, gateando, el rumbo hacia mi recámara, entré y también la encontré vacía, habían dejado solamente un sobre en el centro, en donde antes estaba mi cama, me arrastré hasta él, lo abrí y leí.

Tienes 4 días para abandonar el departamento, un juez me ha otorgado los derechos de la herencia de tu abuelo.

Atte. Ernesto.

Ernesto es un tío marica que tengo por parte de mi papá, desde que murió mi abuelo ha reclamado la herencia que me dejó argumentando que cuando decidió otorgármela (justo el día anterior a su muerte), no contaba con las facultades físicas ni mentales suficientes como para tomar tal decisión; mi tío es un mamón y me odia. Ante tal eventualidad, decidí recostarme un poco, estaba demolido, por suerte el sociópata de mi tío dejó un teléfono con el cual me serví para telefonear al Zulito, mi buen amigo, tal vez ahora el único que me queda. Mientras lo esperaba pensé en qué haría ahora que no tenga dinero para vivir; tal vez me una a las cibermamadas del Zulito, o mejor haré un documetal sobre el calentamiento global y me haré millonario con las desgracias de otros. No sé, por lo pronto el futuro, me vale pito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario