Cuando cae la primera nieve, el primer día que se va en trineo, gusta ver el suelo blanco, los techos blancos, se respira con suavidad y deleite, y es entonces cuando se recuerdan los años mozos. Los tilos y abedules viejos, blancos de escarcha, tienen una expresión benevolente, están más cerca de nuestro espíritu que los cipreses y las palmeras, y junto a ellos no se siente el deseo de pensar en las montañas y el mar.
(Anton Chéjov)
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